La peor operadora para darse de baja de sus servicios

La peor operadora para darse de baja de sus servicios

Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Tan sabio refrán se aplica, y de qué manera, a las operadoras de telefonía de nuestro país. Lo malo es que la publicidad se queda en agua de borrajas y que el Ministerio de Industria, a través de su Oficina  de atención al usuario de telecomunicaciones, contabiliza el número de quejas recibidas por cada empresa a la hora de darse de baja. La ganadora en estos últimos años ha sido Jazztel, filial de Orange que, por cierto, es la tercera compañía en número de quejas recibidas por este mismo motivo.

Lo peor del caso es que esta empresa ha sido una de las que más ha crecido. Su publicidad es agresiva. Sus agentes están prácticamente a pie de calle para cazar a cada nuevo cliente. Lo malo llega a la hora de marcharse. Es entonces cuando aparecen una serie de prácticas que les ha llevado a liderar tan pésimo ranking.

Entre lo más habitual, no sólo de Jazztel sino de muchas otras, el usuario se encuentra con renovaciones de permanencia automáticas, subida de tarifas sin información previa y demás cláusulas inexistentes en sus contratos que se han añadido a posteriori y de forma implícita. Como comprenderá, darse de baja resulta toparse de lleno con unas condiciones casi totalmente opuestas a las que pensaba que tenía y tener que afrontar una serie de multas y pagos que nadie le ha explicado de dónde provienen exactamente.

Es más. Lo lógico sería que Jazztel, y el resto de empresas, le enviasen un nuevo contrato cada vez que cambiara alguna de las condiciones. Al no hacerlo incumplen la ley, se verá obligado a comenzar un proceso legal de inciertas consecuencias y, finalmente, decidirá tirar la toalla para seguir pagando por un servicio que de nada le sirve.

Si a lo anterior unimos que la atención al cliente de la antedicha empresa es de las peores y que las trabas para darse de baja son interminables no nos extraña que la compañía lidere el número de quejas a nivel nacional. En su descargo hay que aclarar que otras empresas como Ono u Orange están casi pisándole los talones a Jazztel en este tipo de prácticas. El elevado número de quejas por cada diez mil abonados va en un imparable ascenso, el mismo que tienen los ingresos de estas empresas que siguen siendo vitales para la economía española.

Al menos a ellos, que no a los que pagamos, les queda el consuelo de que cada año va cambiando el nombre de la empresa. Lo que no cambia es su forma de entender este negocio y tampoco su forma de (mal)tratar al cliente. La pasividad del Gobierno, sea del partido que sea, provoca una indefensión total para un cliente que, aparte de pagar, no sabe qué hacer para irse de Guatemala a Guatepeor. Los regalos y las bienvenidas se quedan en agua de borrajas en cuando uno decide pagar menos para tener el mismo servicio en la compañía de al lado.

En esta misma web tiene varios artículos en los que glosamos los pasos a seguir para darse de baja de su línea fija y móvil. Lamentablemente, hemos tenido que incluir las mentiras y las amenazas más recurrentes para intentar forzarle a que siga en estas empresas. Lo que parece evidente es que algo debería hacerse para evitar que los clientes se quejen de forma masiva de los abusos de las empresas españolas de telefonía que tienen el dudoso honor de ser las más caras del continente y las que más trabas les ponen a los que les pagan el sueldo para conseguir darse de baja o lograr algún tipo de beneficio.

Y lo peor del caso es que tanto las tres compañías más famosas como las que son, aparentemente, de bajo coste forman parte de este “tripolio” del que nos es imposible escapar. Así que ya lo sabe, si piensa que se “quedará por nuestro servicio técnico”  es un lema más que atractivo para entrar en Jazztel sepa que cuando intente salir podría, siempre supuestamente, encontrarse con una serie de problemas que no le explicarán a su llegada.